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Entrevista a Pablo Trapero

El director pasó por Rosario para promocionar el estreno de su próxima película y este medio tuvo la oportunidad de entablar esta breve y exclusiva conversación.trapero– La película es incómoda por lo que cuenta y por cómo lo cuenta, y evidentemente debe haber sido incómodo, saludablemente incómodo, todo el proceso de realización para adaptarse, en el caso de los protagonistas, a papeles y formas de trabajo inusuales y en el tuyo para encarar una historia basada en hechos reales.

– Tanto con Guillermo como con Peter tuvimos mucha complicidad. Para los tres era un desafío. Para mí era la primera película de época, y la primera basada en una historia real, obviamente la primera vez que trabajaba con Guillermo, y también la primera vez que trabajaba sobre un villano. Tanto para mí como para Guillermo en otro sentido era un desafío hacer que el público quiera seguir viendo una historia que es tan dura. En general estas cosas te generan distanciamiento, y era un desafío crear un villano fascinante que quieras seguir viendo, aunque sea tapándote como los chicos cuando tienen miedo, y eso es algo que hablamos con Guillermo desde el comienzo. Al principio era encontrar y analizar y llagamos a un momento en el que con una seña el me entendía lo que quería. Las últimas semanas lo teníamos dominado. Pero fue mucho tiempo de búsqueda.

-La adaptación también fue complicada por la puesta en escena y tus habituales tomas largas.

– Los 80 parecen muy cercanos pero no hay nada en la calle que esté igual

– Ezeiza es distinto.

– Por suerte quedaba una parte vieja de Ezeiza, y algunas callecitas en las que se podía usar una parte. La mitad de una cuadra estaba bien, la otra no. Había planos secuencia que recorrían cinco o seis cuadras. Hubo momentos en los que hubo que dejar cosas que no se podían ver y resolverlas en postproducción.

– Hay una preocupación por evitar los vicios de las películas de época en las que todos los personajes están al día con los peinados y ropas de moda. Eso la hace más verosímil.

– Claro, uno habitualmente usa cosas de hace cinco años. Y lo mismo pasa con la música, me marcaban que Credence es anterior a esa época pero uno no sólo escucha lo último, igual con The Kinks. Si tienen más que ver con el momento “Wadu Wadu” y “Encuentro con el Diablo”.

– En ese último caso ya con otra connotación.

– Exactamente.

11703271_10152916696386436_2828115492989400183_n– Se acaba de confirmar que la película fue elegida para ser parte de la Competencia Oficial de Venecia. Es un festival con el que ya tenés toda una historia.

– La verdad que es una alegría, y sí, todo empezó con “Mundo Grúa” ahí, para mí me cambió la vida esa primera vez. Fue como ir a un Mundial, y ganarlo. Después fui otras veces pero volver ahora con esta película también es muy significativo. Hoy mismo se hizo el anuncio y se mencionó incluso que las películas sudamericanas “se las traen”. Eso habla también de la curiosidad que despierta la película.

Por Fernando Herrera

Más información sobre la película en IMDB

Arquímedes Puccio (el personaje) es amable, sin exagerar, y casi siempre mantiene la calma. Se ocupa de los suyos, a su manera. Parece pasivo pero sabe cuando entrar en acción. Pocas cosas escapan a sus cálculos pero sabe recalcular ante cualquier contingencia. Establece objetivos y nunca se conecta con las consecuencias de sus actos. Se cree un operario más de un engranaje mayor, nunca un monstruo o una anomalía. Su cuerpo luce apagado. Sus ojos no. Una composición nada fácil para un actor tan reconocible. El propio Guillermo Francella explica como lo fue construyendo.

el_Clan_3– Fue un proceso lento e intenso. Fue muy importante lo que ha investigado Pablo respecto de esta historia, del clan, de Arquímedes en particular, él se ha contactado con familiares de los deudos, con amigos de la familia y con los jueces y fiscales que intervinieron en la causa. No hay tanto video de esa época, de los 80 como para ver en mi personaje en particular, su postura, su andar, cómo era, tenemos muy pocos elementos para saber. También teníamos algunos testimonios. Lo fuimos construyendo como un Frankenstein hasta encontrar lo que Pablo por sobre todas las cosas quería, como que mire de un modo determinado. Algunos de los tips que me marcó que resultaron muy útiles en la interpretación fueron no pestañear y demorar un poquito para contestar. Tuvimos muy buena comunión entre nosotros. Yo proponía y él algunas cosas compraba, otras no, se mantenía en lo suyo a ultranza y eso para mí era muy útil. Yo escuchaba mucho lo que él pretendía y trataba de dárselo. Y en un punto ya llegábamos al set sabiendo lo que él quería. Fuimos construyéndolo juntos.

– Se intuye sin que se note el esfuerzo para desactivar ciertos recursos que podés haber utilizado en personajes anteriores. Es una composición muy nueva.

El objetivo era ese, no ver ningún recurso que sea habitual en mí, de los que me pueden generar efectividad cuando los transito. Quise despojarme de lo que podía llevarle yo al personaje. Al contrario, había que componer este chacal con el que ni Trapero ni yo tenemos una comunión con su universo. Al contrario, salíamos abatidos del rodaje. Tocar esta temática no era entrar y salir. Tampoco soy de este cuento que hacen de “me llevé a casa el personaje”. A casa no me llevé nada.

– Menos mal (risas). No sos un actor del método.

– Nunca me lo creí ni me lo creeré, pero igual llegaba a casa igual abatido. Fue un rodaje duro, por más que había un gran equipo. Tenerlo a Trapero en la trinchera ayudaba. Estaba atento a todo desde el primer momento. Como actor me sentía contenido. También fue muy buena la relación con Peter Lanzani. Es un chico muy talentoso, siempre está al pie del cañón.

11800540_10152912928011436_3463311688983615127_n– La incomodidad que despiertan el personaje y la historia pueden generar un vínculo particular con la gente

– Yo vivía en San Isidro, cerca de la casa donde pasó todo. La generación que vivió en esa época, que recuerda perfectamente lo que pasó con esa familia se va a sentir identificada, no solo al recordar esa década por arte o por vestuario sino por lo que es su anécdota central. Y los que son jóvenes se van a pellizcar para ver si eso es verdad. Y cuando corroboren que esto que contamos tiene esa verosimilitud, creo que lo van a tomar como lo están tomando en forma unánime todas las personas que asisten a las privadas que estamos haciendo. Esta película se fue construyendo ladrillo por ladrillo. Verla plasmada nos da una gran satisfacción a todos. Ahora salió lo de Venecia. Creo que a nivel internacional va a gustar mucho también.

Por Fernando Herrera

Más información sobre la película en IMDB

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Desde mañana en este espacio iremos publicando las entrevistas realizadas a Guillermo Francella, Pablo Trapero y Peter Lanzani. Y por supuesto también la reseña de «El Clan».  Como anticipo va este fragmento de lo conversado con Francella.

(por Martín Fraire) La última película de Pablo Trapero devuelve al cineasta más comprometido con los temas de corte social, luego del coqueteo con el cine negro de la notable «Carancho». Y así como «Elefante blanco» profundiza en las constantes desgracias que provoca la marginalidad, es también la excusa perfecta para volver a poner sobre el tablero las piezas que el cineasta mejor sabe usar: las de desmitificar las instituciones.

Porque así como el padre Julián (Ricardo Darín) es mostrado primero sin su túnica, el film no intenta explotar la problemática de la pobreza, sino de analizarla desde su interior y ubicarla en un contexto.

A través de los ojos del cura Nicolás (el belga Jerémie Renier), un sacerdote que llega hasta al país rescatado por su amigo y colega de un trágico suceso para trabajar codo a codo en la villa, el espectador se adentrará y “descubrirá” las formas, los códigos de ese complejo micro mundo que parece funcionar de manera autónoma.

Ambos, junto a una trabajadora social (Martina Guzmán), intentarán devolverle la dignidad a un sector que parece haber sido olvidado por el propio sistema. Símbolo  de ello es el Elefante blanco al que alude el título, una obra que prometió ser el hospital más importante América Latina pero que nunca llegó a ser terminada.

Precisamente a través de sus personajes Trapero desarmará los estereotipos de esas organizaciones. No habrá aquí curas de póster ni héroes de cartón; en todo caso aparecerán hombres y mujeres capaces de creer, de cuestionar, de llevar adelante situaciones por el sólo hecho de hacer lo que es debido…  al fin y al cabo hombres y mujeres de fe (más allá de su connotación religiosa).

Desde ese lugar, el realizador de El bonarense, Mundo grúa y Familia Rodante entre otras va a pormenorizar en la eterna lucha de clases que surge por la encomiable necesidad de la vida digna con recursos por momentos incómodos. La violencia, la droga y el narcotráfico van a ser mostrados con una cruel naturalidad, en un ambiente donde la vida y la muerte dependen tanto del destino y el azar, como la suerte de cada uno de sus habitantes.

Necesario será aclarar también que el relato funciona gracias al muy bien trabajo del trío protagónico. Darín vuelve a demostrar que es capaz de hacer creíble cualquier tipo de papel y que tiene peso propio delante de la cámara; Guzmán, más al margen de la historia central, ofrece otro buen desempeño y Renier (un habitual en el cine de los hermanos Dardenne) sirve como nexo para la “inmersión” en esas situaciones que pronto dejarán de ser ajenas, con un personaje que crece junto al propio relato.

Película de planos secuencia, de una ambiciosa puesta en escena, Elefante blanco es un sólido relato sobre los distintos puntos de vista que acarrea un mismo mal. Con homenaje incluido hacia la figura del ya mítico padre Carlos Mujica, Trapero concluye que aún en la peor de las oscuridades, siempre que haya alguien dispuesto a prestar atención a las necesidades de los demás habrá posibilidades de hacer de éste, nuestro mundo, un lugar mejor.

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Por Martín Fraire para Mirar y Ver