3. No soportarás el cinéma vérité
Recuerdo que en Ámsterdam, o en Rotterdam, estuve con varios documentalistas en un panel de debate. Todos los panelistas hablaban sobre el cinéma vérité, y sobre que debíamos ser sólo una mosca en la pared. Y no pude soportarlo más, y agarré el micrófono y les dije: “No, no debemos ser una mosca en la pared, no vamos a ser la cámara de seguridad de un banco. Tenemos que ser el avispón que pica”. Hubo un gran alboroto, todos empezaron a murmurar contra mí.Y volví a agarrar el micrófono y les grité –y eso que eran como 400-: “¡Feliz año nuevo, perdedores!”.
En el mundo del cine siguen flotando las ideas del llamado cinéma vérité, la idea de que los hechos constituyen la verdad. No, no es así. Los hechos son hechos, pero no nos iluminan. Los hechos son para los contadores. He irritado mucho a la gente del cinema verité diciéndoles que trabajan con la verdad de los contadores. Si fuera así, el libro más importante sería la guía telefónica de Manhattan, con 4 millones de entradas, todas ellas factualmente correctas. Pero eso no nos ilumina. Si los encerraran en una celda, y esa fuera la única literatura disponible, se suicidarían. El cinéma véritées, esencialmente, una respuesta de los años sesenta. Pero hoy, con todas esas realidades virtuales que emergieron tan rápido, el cine y los cineastas tienen que buscar nuevas respuestas. Intento articular un “éxtasis de la verdad”; algo que nos ilumine, algo que vaya más allá de nuestra concepción corriente, normal, del mundo factual. Para lograr este tipo de verdad (y uso el término “verdad” con cuidado, porque ni siquiera los matemáticos o los filósofos pueden decirnos qué es la verdad), trato de encontrar un modo de acceder al mundo real que los ilumine, que haga que al salir del cine sean más ricos. Algo que no se olvide fácilmente.